La que pierde no es la que sonríe ante los problemas,
es la que los enfrenta. La que pierde no es la que tiene miedo a la verdad, es
la que decide vencerla. La que pierde no es la que ignora, es la que continúa
poniendo la otra mejilla. Por desgracia eso es lo que me ha enseñado el tiempo.
Yo soy de las que no quieren recibir palabras
amables de la gente que tiene cuchillos en la mano que esconde a la espalda. Yo
soy de las que ponen la mano en el fuego por confiar en ti, y eres tú la que dejas
que se queme; nadie es capaz de retirármela. La sinceridad se perdió cuando
decidimos arreglarlo todo, sin saber que ésta es la base que sustentaba nuestro
escenario.
Para algunas personas les es demasiado difícil
comerse su orgullo. La conciencia tranquila es lo único que me queda a mí
cuando lo hago. Baja la mano, la voz, pero no te escondas y te rías. Yo sólo cumplo
con el deber que me dicta el corazón; algunas personas ya ni siquiera lo
sienten latir en el pecho.
Quizás el tiempo me haga cambiar de parecer. Quizás
al final, yo, la que siempre pierde, acabe ganando la guerra por ser fiel a lo
que soy. Mientras tanto crucemos los dedos y esperemos que el chaleco antibalas
sea lo suficientemente resistente para superar los daños.
"Los
que decimos la verdad siempre hemos sido juzgados con dureza.
Copérnico,
Galileo...
Lo acepto como algo que va conmigo".
Bones