miércoles, 17 de octubre de 2012

Te vas.


 

Lluvia. La que me despierta, la que me despeja, la que me dice cuándo parar. Tan nostálgica y poética que nos permite evadirnos de la realidad, aunque ésta siga estando presente, clavándonos astillas en los ojos. Aquí me tienes, esperando a que decidas, a que me digas qué es lo que debo hacer para evitar perderte. Yo no quiero, de ti ya no sé nada. Pero seguimos evitándonos como si fuésemos dos extraños mirando cómo pasan los minutos de nuestro reloj. Se para. Las agujas dejaron de moverse. Ya parece que no te importa.
Te dejo a ti que ahora seas el médico. Melancolía en mis venas. Quítamela como puedas.