Dijimos que pondríamos un
punto final. Yo lo hice. Tú también. Y el bar de la esquina donde nos solíamos
encontrar casualmente se encargó de poner el tercero. El punto final se
convirtió en tres puntos suspensivos y de ahí salió una frase sin acabar. Como
nosotros. Acabados y hundidos. Como si no hubiésemos tenido suficiente con
tropezarnos, con colisionarnos uno frente al otro y escribirnos cuentos rotos
con un final no apto para cardíacos.
domingo, 28 de abril de 2013
lunes, 22 de abril de 2013
Tú no. Tú nunca.
No encuentras tu reflejo porque te quitaron todos
los espejos que decían la verdad. Fuiste tú el que pediste como última
instancia antes de tu fingida muerte que retiraran todos los que te miraban
fijamente y te decían un “no”. Pero en realidad eras tú, tu subconsciente te
decía que no. Así que tiraste la moneda al aire y esperaste a que el destino
trabajase por ti.
Nunca lo consigues. El destino
está cansado de repetirte que nada depende él.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)