El mundo
me enseña a callar, pero mi alma, con mucha más fuerza, me incita a hablar. La
verdad me quema, me arde, hasta que al final se consume en tus oídos. Al menos
yo soy lo suficientemente madura para no tenerle miedo a la verdad, no como tú,
que haces caso omiso y te ahogas en la mentira. Y lo que es peor de todo, intentas incrustrarla en mi vida. La misma mentira que te desgarró
las alas, aquellas que yo todavía conservo. ¿No te gusta? Si no estás preparado
para una personalidad así, la próxima vez no hace falta que vengas.
La sinceridad siempre fue algo peligroso. Pero a mí me gusta
jugar con fuego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario