domingo, 28 de abril de 2013

Puntos suspensivos

Dijimos que pondríamos un punto final. Yo lo hice. Tú también. Y el bar de la esquina donde nos solíamos encontrar casualmente se encargó de poner el tercero. El punto final se convirtió en tres puntos suspensivos y de ahí salió una frase sin acabar. Como nosotros. Acabados y hundidos. Como si no hubiésemos tenido suficiente con tropezarnos, con colisionarnos uno frente al otro y escribirnos cuentos rotos con un final no apto para cardíacos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario