Lo que antes te sorprendía
ahora se ha convertido en rutina, una rutina que encierra sin barrotes.
Un
círculo vicioso que vuelve al inicio cuando menos lo deseas.
La delgada línea entre lo
correcto y el impulso de cerrar los ojos y dar el paso sin pensarlo. Antes de que el momento se quiebre y los
trocitos despedacen cada minuto que pasa, sin detenerse, sin preguntarse para
qué seguir. ¿Y si el día de mañana no existe? ¿Y si hemos estado malgastando
nuestro tiempo?
Llegará el día.
Algún día.
No me decepciones.
Los secretos merecen ser llamados secretos cuando se guardan para uno
mismo.
En el momento en el que se cuentan pierden toda la magia.
Y yo estoy que
reboso de ella.
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