Deja de confiar en la gente.
Deja de tener altas expectativas sobre el mundo. Deja de preocuparte por los
demás. Deja que el mundo te engañe. Deja de pedir explicaciones que hacen daño.
La verdad llegará tarde cuando todos hayamos huido. Deja de lado la fe y la
esperanza en la humanidad. Deja de perseguir sueños que se desvanecen a la
orilla del mar. Déjame ignorar lo que tú llamas suerte. La vida que crees
llevar tan sólo es un reflejo de un rostro alegre que contempla el anochecer. Rápidamente
el sol desaparecerá. Incluso antes de lo esperado. Detrás sólo encontrarás la
oscuridad, y con ella, las ruinas. ¿Dónde quedó el rostro alegre ahora? ¿Dónde
quedaron las apariencias de tu vida maravillosa? ¿Para qué camuflar lo evidente?
¿Para qué inventar lo etéreo?
Y si dudas por un momento,
júzgame a mí y a mi alma destrozada que suplica encontrar una salida al
profundo pozo en el que se halla moribundo.